Disciplina urbanística en cerramientos de terrazas y áticos
Disciplina urbanística en cerramientos de terrazas y áticos
Leo en Ideal.es que «el Ayuntamiento de El Ejido acaba de solicitar a través del boletín oficial de la provincia el pago de más de 175.600 euros a medio centenar de vecinos que habrían realizado obras sin la preceptiva licencia municipal. La mayoría de las ilegalidades se habrían cometido en la ensenada de San Miguel y todas consisten en lo mismo: la ampliación de la vivienda cerrando una terraza. Unos pocos ladrillos, un par de tardes de trabajo y, por no contar con el papel adecuado, una deuda de más de3.000 euros«.
El artículo no menciona que, además, se deberá proceder a la demolición o derribo del cerramiento de terraza, es decir, de lo ilegalmente construido.
En el despacho hemos asumido la defensa de muchos de estos casos, tanto en el municipio de Madrid como en la periferia. Y siempre nos ha llamado la atención el motivo que lleva a los propietarios de las viviendas a realizar estos cerramientos de terrazas que terminan en un expediente de disciplina urbanística, con la declaración de infracción y la imposición de sanción. Es decir, cuando se da una conducta reiterada, tienen que existir motivos de fondo que lleven a los propietarios a realizar las citadas obras, cerrando terrazas o pequeños áticos.
¿Se ha permitido construir casas excesivamente pequeñas? ¿Las terrazas tienen unas dimensiones tan reducidas que no pueden cumplir su función? ¿Se ha escatimado en exceso la construcción de trasteros? ¿Los proyectos arquitectónicos han respondido más a una función excesivamente mercantil que a mejorar las condiciones de los espacios donde habitan las personas? ¿Podemos decir que tenemos mejores viviendas hoy que hace quince años?
No se si estas preguntas serán las adecuadas para obtener la respuesta, pero la cuestión es que se acaban cerrando las terrazas y los áticos para tener una habitación más, para poder almacenar objetos, para tener un salón algo más grande y hacerlo un poco más habitable.
Hace muchos años, cuando comencé mis estudios de urbanismo, mi profesor, que había participado en la revisión del PGOU de Madrid, me comentaba que los planeamientos urbanísticos deberían obligar a hacer terrazas lo suficientemente grandes como para que pudieran cumplir su función o, en caso contrario, era mejor que el edificio no las tuviera y que se dedicaran esos metros a las viviendas.
De todos los asuntos que nos han llegado al despacho, y que en ocasiones se han podido defender con éxito, nunca hemos visto en el particular sancionado a alguien que se ha querido enriquecer o que ha intentado apropiarse de lo que no es suyo. Los motivos siempre han sido los antes expuestos y a cambio han tenido el disgusto de su vida. Si el urbanismo y la arquitectura tienen como finalidad que las personas vivan en entornos más ordenados, coherentes y sostenibles, se debería pensar en buscar una solución para que en el futuro se dejaran de dar estos casos.